NOTAS PUNTUALES PARA USO PROPIO (escritas en un cuaderno azul, incluyen fecha, pero no pertenecen a ningún Diario) / II


Un ascensor es un mundo en sí. (¿Podríamos llamarlo microcosmos?). Espacio propio: Paredes-techo-suelo-puerta y un punto de tecnología incorporada en forma de tablero con botones de destino. (Pura constatación). Pero qué hacer cuando coincides con más gente: «¿¡Qué decir!?»

¡Si no los conozco! (Ni quiero conocerlos). Las miradas en el interior de un ascensor generan inquietud y desasosiego: ojos que no quieren encuentros con otros ojos. El tiempo se detiene porque carece de botón concreto que pulsar.

¡Y los espejos de los ascensores!:

Narcisismo de altos vuelos (pulse ático). Pensamientos cuasi filosóficos (pulse sótano -1). Intrascendencia (pulse 0-salida). Música para interiores: (pulse Stairway to Heaven – made in Zeppelin).

Mi tendencia escrituril ―llámese estilo― parte de la idea de que los adjetivos maltratan los textos y deben ser reducidos a un mínimo. (Procuro hacerlo). No lo consigo.

Paradoja y dudas: El texto de Nabokov que estoy leyendo (La verdadera vida de…) está plagado de ellos: ¿Hay que seguir al maestro? ¿No hay que hacerle ni caso? ¿Cuándo hay que respetar los preceptos y cuándo no? ¿Escribo tal y como me dé la gana?  

Lo mejor sería que quedáramos en El Retiro y lo tratáramos a fondo antes de que la Feria del Libro declare la llegada de un nuevo Mesías literario que nos arruine la cerveza con opiniones visionarias.

(Que no sea un fin de semana).

Johnny Truant ahogándose en la lectura del informe Navidson. La casa crece y crece como un pozo sin fondo: pérdidas y oscuridades. (¿Cómo va la lectura de LCDH?).

Abandono el ascensor. Salgo. Nunca miro hacia atrás.

(Ni una coma).

08/04/24

(Cuadro de cabecera: Proceso revolucionario, de El Lissitzky, 1923)


4 Comentarios

  1. La lectura LCDH solo puede alargarse (¿un número infinito de radios de la Tierra?) hasta que el lector comprende que no es posible terminarla, que el propósito del libro objeto empata con el propósito del libro novela y ambos no son otro que la destrucción (la desaparición) del lector. Socorro.

    1. No lo había pensado de esa manera, es una interpretación interesante la que haces, la verdad es que el libro objeto (como tú bien lo llamas) me importó poco, lo consideré más bien anecdótico, me dejó más bien frío; me enganchó la historia y el cómo Danielewski, a partir de ella, intenta escribir una novela-total en la que no solo caben todos los géneros (prosa en muchas de sus variantes-poesía-cuasi teatro) sino, además, el intento de capturar todo lo que se puede incluir en una novela: el lenguaje visual-cinematográfico y lo fotográfico, la erudición aplicada a la narración (modo Joyce), el tratamiento amplio de la ficción que posibilite que se mezclen realidad y ficción, y más… (no quiero alargarme mucho).
      Para terminar, me quedo con la idea de la novela-total (espacio donde quizá se pierda el lector, pero también el autor) y con la ampliación de la idea de libro que apuntas, porque yo creo que no solo hay libro-objeto y libro-novela, yo consideraría el libro-símbolo (la casa qué simboliza, la oscuridad…), el libro-psicología (cartas de la madre de Truant, relaciones entre hermanos, relaciones del matrimonio y del propio Truant…), el libro-documento, el libro-plástica.
      Lo dejo, mejor lo hablamos en otro momento porque me va a salir un comentario más largo que la entrada escrita para el blog.
      Un abrazo y gracias por tu lectura y comentario.

      1. Si me permite una nota sobre la imagen del autor, en relación al contenido:

        En «Ascenso en caída libre» (University of Nevada Press, Reno, 2002), el himalayista Lewis Vinaken sostiene que hay una intención legendaria en que Danieleswki salga con un gato/a en la foto de su libro «La casa de hojas». Aquí el protagonista posee dos mascotas que reciben los nombres de Mallory y Hillary, gato/a (lapsus calami) y perro, respectivamente, en claro homenaje a los primeros escaladores que hicieron cumbre en el Everest, lo cual viene a ser un correlato de la misma culminación de «La casa de hojas». Si atendemos a la historia del Everest, un «mallory» sería quien alcanza la cima pero no consigue descender, y un «hillary» quien logra la hazaña y baja. Danieleswki se instala de este modo en la leyenda «Mallory», pues cuando el escritor neoyorquino concluyó su obra, el otro, Hillary, seguía vivo. Vinaken concluye que «en las fotos de las ediciones póstumas, de continuar la línea mítica, Danielewski debería salir más bien con un perro (husky)».

        1. Un comentario que añade, que aclara, que profundiza.

          Gracias.

          Permítame un añadido que considero pertinente: Sabemos que cuando se conoció que la casa tenía en su interior un Everest escondido, Holloway Roberts reclamó la presencia del sherpa Tenzing (que nunca pudo ser Sir por no ser Edmund) para adentrarse, junto con su equipo de exploradores, en el interior de la casa y sabemos, también, que para el momento de la foto que usted menciona, Tenzing ya había desaparecido de la historia (ninguna cámara captó el momento aunque Billy Reston sí lo dijo en una de sus conferencias posteriores en las que comparó frío-glacial con frío-subterráneo) y eso explica el porqué, desde entonces, apenas se le mencione en las ascensiones míticas del Everest (textualmente, según Louise Edelweis: la Historia lo devoró).

          Saludos.

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